martes, 20 de septiembre de 2011

QUE DINERO TAN CARO

Dice la historia bíblica en el Segundo libro de Reyes en el capitulo 5, que cuando Naaman, luego de ser sanado de la lepra, iba de regreso a casa, fue interceptado por Giezi, el siervo de Eliseo, solicitándole una cantidad determinada de dinero, supuestamente pedido por su amo.
De regreso, al ser confrontado por el profeta, la consecuencia es que, la lepra del recién curado, pasa a formar parte de la vida no solo del siervo, sino también de toda su descendencia.
Lo que empezó como un bello plan para conseguir riqueza y “asegurar” un futuro, termino en la mayor de las catástrofes, para al avaro, quien seguramente fue recordado por sus sucesores, como el desgraciado, que por su pecado cambio la historia de una familia.
La frase de Eliseo parece resumir todo un concepto: ¿Crees que es el tiempo de recibir dadivas por un milagro de Dios?
El amor de Dios no tiene precio, no hay dinero en el mundo que lo compre, pues el, creador de todo lo que hay, no recibe soborno.
Evidentemente Giezi nunca entendió el plan de Dios realizado a través de su amo y de toda la historia, de las múltiples enseñanzas que podríamos rescatar hay 3 que sobresalen:
  1. Estar con gente espiritual, no hace que simplemente por este hecho, tu te conviertas en espiritual. La relación con Jesucristo es una relación personal y parte desde tu corazón.
  2. Servir en la obra de Dios no significa que algún DIA debes esperar recompensas o que por este hecho algún momento de tu vida serás servido. El trabajo, es por amor, por obediencia y libre de todo interés.
  3. La avaricia en secreto, tarde o temprano saldrá a la luz y desenmascarará el verdadero rostro del que la oculta.

Querido lector, este es un buen tiempo para reflexionar, si lo que estamos haciendo para Dios es fruto de nuestra relación con el, o si por el contrario, algún otro interés personal nos motiva.

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